La ministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya, tiene la razón sobre su mesa por la cual el actual Embajador de la Unión Europea (UE) en Cuba saldría por la “puerta estrecha”.
Según Voz Populi, diario español, el embajador europeo en La Habana, Alberto Navarro pidió a Exteriores entrar en la convocatoria este año como nuevo cónsul en la ciudad norteamericana de Boston. Navarro entró en contradicción con las normas diplomáticas de la UE cuando pidió a la administración Joe Biden en carta pública el cese del bloqueo norteamericano a la isla.
La propuesta es para nombrar al actual embajador de la Unión Europea en Cuba como nuevo cónsul general español en Boston (Estados Unidos). Según adelantaron la web especializada The Diplomat in Spain y confirmaron fuentes diplomáticas a este diario.
La fuente asegura que el ministro de Asuntos Exteriores de turno suele respetar la lista que le traslada la Junta de la Carrera Diplomática salvo contadísimas excepciones. La opción de que Navarro salga en las próximas semanas de Cuba y se incorpore en su nuevo puesto de Boston en verano es prácticamente segura.
En la junta están los representantes de los diferentes escalafones de la diplomacia española. Esta estudia cada año las peticiones formuladas por los aspirantes al reparto de puestos en el extranjero. Es el llamado “bombo” dentro de la jerga diplomática hispánica.
¿Qué pasó con Navarro?
Pero, ¿por qué el Embajador de la Unión Europea en Cuba saldría por la “puerta estrecha”? Navarro provocó en febrero una polémica diplomática que llevó al Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, a convocarle en Bruselas.
“No, yo no considero que Cuba sea una dictadura. Claro que no (…) Como embajador yo no puedo andar dando calificativos y menos del gobierno en el que estoy acreditado”, fueron otras polémicas declaraciones ofrecidas al medio independiente Cubanet.
La aventura de Navarro levantó las críticas de un grupo de eurodiputados. Primero de la delegación del PP, pero también de liberales y conservadores, que acusaron al diplomático de complicidad con La Habana.