Un reporte reciente de la prensa oficialista cubana causó asombro y cierta indignación en decenas de usuarios que no se explican como el hecho de fabricar harina de yuca pudiera ser considerado como un logro del país.
Una nota del diario camagüeyano Adelante di a conocer que en la zona de Jimaguayú utilizaban una máquina de moler galletas para producir harina de yuca y sustituir importaciones de la derivada del trigo.
Según explicaron en la Mipyme Copal, procesan la yuca con el objetivo de “producir alimentos, elaborarlos y comercializarlos ante la falta de la harina de trigo y con una maquinaria recuperada, que originalmente molía galletas”.
El diario digital precisa que las labores son ejecutadas por cinco trabajadores y que llegan a producir 3,5 toneladas en un mes. La harina derivada de la yuca la utilizan para la fabricación diaria de 7 000 croquetas y entre 500 y 600 hamburguesas que venden en los mercados “Ideales” de la ciudad.
¿Harina de yuca, un logro?
El reporte indica que los trabajadores “realizan el pelado manual, la secan al sol por tres o cuatro días, la muelen y en un último paso logran la harina”.
Además, que la Empresa de Flora y Fauna les facilitan los subproductos de carne para dichas elaboraciones. También aseguran tener “buenos resultados en la repostería y en la producción de panes.
“Ahora sí regresamos a la comunidad primitiva”, indicó un usuario en Facebook. “Estamos comiendo casabe como los indios”.
“Yo no sé si de harina de yuca o de qué están haciendo el pan en Cuba, pero el que viene a la bodega no hay quien se lo coma con lo malo que está”, indicó otra cubana que compartió la nota del diario. “Ahorita nos veremos pelando yuca a la entrada de una cueva”, ironizó un tercero.
A principios de año, el teólogo Frei Betto, asesor del Programa de Soberanía Alimentaria y Educación nutricional de Cuba aseguraba en la Mesa Redonda que la harina de yuca sabía mucho mejor que la de trigo.
“Si abres en La Habana una panadería con pan de yuca, de boniato o de maíz, van a hacer grandes colas porque esos panes tienen más sabor que el pan de trigo”, aseguró el religioso, que también había opinado que en la isla no había hambre, sino que los cubanos tenían demasiado apetito.