San Judas Tadeo es considerado el santo de las causas perdidas o imposibles. Aunque se celebra el 28 de cada mes, el de octubre es el día oficial. Te contamos por qué es su día, qué milagros hace y la oración para su día.
Cada 28 de octubre, miles de creyentes agradecen los milagros de San Judas Tadeo, considerado el patrón de las causas perdidas o imposibles. También piden, sobre todo, aquellos que padecen enfermedades que parecen incurables.
La iglesia celebra así este 28 de octubre la fiesta de este apóstol de Cristo, presentado en los Evangelios como el “hermano de Santiago”. La iglesia católica ha explicado que a San Judas Tadeo se le suele confundir con Iscariote, pero Tadeo fue hermano de Santiago.
También es primo de Cristo, quien murió martirizado, a diferencia de Judas Iscariote que, aunque fue apóstol, es considerado como un traidor de Jesús.
La devoción a este santo ha dado lugar a ciertas “desviaciones” que la iglesia ha aclarado oportunamente. En el año 2008, mediante un comunicado titulado “San Judas Tadeo y algunas desviaciones de su culto”, la Arquidiócesis Primada de México aclaró que San Judas no es el “santo de los delincuentes o narcotraficantes”.
San Judas Tadeo, los imposibles
Este santo es venerado por aquellos con un problema que tiene una solución imposible. Esta creencia, según la Agencia Católica de Informaciones (ACI , se debe a que Santa Brígida de Suecia, patrona de Europa, señaló que Jesús le dijo que, cuando necesitara favores ‘complejos’, acudiera al patrono recordado este día.
Oración:
Oh glorioso Apóstol San Judas Tadeo, siervo fiel y amigo de Jesús,
el nombre del traidor ha sido causa de que fueses olvidado de muchos,
pero la Iglesia te honra y te invoca como patrón de las causas difíciles y desesperadas.
Ruega por mí para que reciba yo los consuelos y el socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos,
particularmente (hágase la petición), y para que pueda yo bendecir a Dios en tu compañía y con los demás elegidos por toda la eternidad.
Yo te prometo, Apóstol bienaventurado, acordarme siempre de este gran favor;
jamás dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector
y de hacer todo lo posible para propagar tu devoción.
Amén