A medida que la economía se desacelera y los consumidores se vuelven más prudentes a la hora de planificar sus gastos, la inflación en Estados Unidos ofrece una ligera tregua tras despunte de cifras preocupantes en junio pasado.
Por cuarto mes consecutivo, la inflación experimentó un ligero descenso situándose su tasa interanual en el 7,7%, cuatro décimas menos que en septiembre.
En cuanto a la inflación “básica” o subyacente, que excluye alimentos y la energía, pasó a ser del 6,3%, frente al 6,6% del mes anterior, que era el máximo en cuatro décadas.
Según los datos publicados por la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), el consenso calculaba un descenso hasta el 8%, desde el 8,2% previo. En mayo pasado, la tasa de inflación rondaba el 8,6%, la cifra más alta desde diciembre de 1981.
Respecto a meses anteriores, los precios de consumo ascendieron unas cuatro décimas, cifra similar a la experimentada en septiembre.
A su vez, el costo de la energía se moderó ligeramente en octubre hasta el 17,6% interanual, desde el 19,8% del mes anterior y los alimentos se encarecieron un 10,9% anual, tres décimas menos que en septiembre.
De acuerdo con el informe de la Oficina de Estadísticas Laborales “el índice de vivienda contribuyó con más de la mitad del aumento mensual de todos los artículos, mientras que los índices de gasolina y alimentos también aumentaron”.
Inflación en Estados Unidos
La propia oficina también precisó que aumentaron durante el mes los índices de vivienda, seguro de vehículos motorizados, recreación, vehículos nuevos y cuidado personal.
“En contra parte, los índices que cayeron en octubre incluyeron los índices de automóviles y camiones usados, atención médica, indumentaria y tarifas aéreas”, indica el informe de BLS que especifica, no obstante, que todos estos aumentos fueron menores que en el periodo que finalizó en septiembre.
Por su parte, los expertos consideran que el hecho de que la Fed haya incrementado su tasa de interés de referencia seis veces pudiera aumentar el riesgo de tasas de interés prohibitivamente altas (para hipotecas, compras de automóviles y otros gastos de alto costo).