María Félix en La Habana: el irrespetuoso recibimiento que le dieron en Cuba 

María Félix en La Habana: el irrespetuoso recibimiento que le dieron en Cuba
Foto: Cubadebate
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El rostro más popular del cine mexicano y considerado entre los más bellos de la historia de la cinematografía latina, María Félix, alguna vez estuvo en Cuba y causó furor entre quienes pudieron acudir al lugar de su presencia. 

María Félix voló a Cuba en el año 1949 con la certeza de que sería ovacionada. Sin embargo, jamás pensó que le esperaría un recibimiento un tanto irrespetuoso. 

Según narró el periodista Ramón Vasconcelos en el periódico Alerta, algunos fans cubanos de “La Doña” se le abalanzaron en plena calle para arrancarle los cabellos, tirarle de sus prendas de vestir y hubo quien, incluso, le tocó los glúteos provocando un malestar visible en la actriz, según se puede notar en fotos tomadas en aquel momento. 

“Se cuentan cosas que nos ridiculizan y deprimen. Con el pretexto de conservar souvenirs suyos, hubo quienes le tiraron del cabello, quienes intentaron arrancarle pedazos del traje, llevarse un adorno a viva fuerza; y lo que es más bochornoso, hacerla objeto de exploraciones groseras”, narró Vasconcelos citado por el medio CubaNet

El recibimiento “inesperado” ocurrió en octubre de ese año y aunque la mexicana conocía de antemano que era bastante aclamada en la isla jamás imaginó que las cosas se salieran de lugar.

“Yo tenía referencias de cómo me querían en La Habana, pero lo de esta tarde ha sido más de lo que esperaba”, comentó María Félix a los medios en aquel momento. 

María Félix en La Habana

 “La Doña” había sido invitada por el entonces presidente Carlos Prío Socarrás y se hospedó en el hotel Nacional durante cinco días con la pretensión de descansar. Aunque recibió la Llave de la Ciudad y el título de Huésped de Honor la turba que la esperaba borró por varias horas la sonrisa de la actriz.

Entre otras anécdotas que se cuentan de su visita a Cuba ha trascendido el momento en que públicamente pidió a Prío que dejara libre a un preso sentenciado a muerte por haber matado al violador de su hermana que le había escrito una carta para que intercediera por su caso. 

Sobre aquellos hechos groseros que incomodaron a María Bonita, el propio poeta Nicolás Guillén llegó a afirmar que su visita había sido “toda una enseñanza para el desbordante temperamento de los criollos antillanos” y que cuando regresara en otra oportunidad a La Habana quizá encontraría “las manos que se atrevieron a provocar un estremecimiento en su maravilloso cuerpo de mujer fatal, menos agresivas y exploradoras”.

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