Si hubo un cantante aclamado por el público cubano en los años ochenta ese fue Augusto Enríquez, la voz líder en aquel entonces de la popular agrupación “Moncada”. Augusto, además de su portentosa garganta, era capaz de poner a bailar a miles de personas con su carisma en la escena.
Nacido el 12 de agosto de 1961 en La Habana este vocalista y compositor se inició precisamente con la orquesta de Jorge Gómez, a pesar de haberse graduado poco antes de la carrera de medicina. Sin embargo, años más tarde decidió emprender como solista en un momento que ya la fama le sonreía.
Enríquez comenzó a ser reconocido en Cuba y fuera de la isla por grandes figuras del pentagrama que siguieron de cerca su trayectoria y que conformaron dúos con aquel joven artista.
Fue ganador de varios festivales de la canción y lo invitaron a importantes eventos como el Internacional Sanremo, participó en giras por Roma, Milán, Turín, Londres y otras ciudades europeas y su voz se escuchó también en Latinoamérica y Canadá.
Sin embargo, su verdadero salto a la celebridad se dio en el año 2002 cuando tuvo la oportunidad de representar a Cuba en el espectáculo Pavarotti and Friends, e incluso cantar a dúo con Luciano Pavarotti la antológica pieza Chitarra romana, en el Palacio de Novi Sad, de Modena, Italia.
Augusto Enríquez
En una entrevista concedida al medio digital OnCuba hace tres años recordó el momento. “Conocer al maestro Luciano Pavarotti fue uno de mis sueños cumplidos. Fue un buen amigo. Su gran generosidad todavía me asombra. Trabajamos mucho para lograr la interpretación de una vieja canción italiana adaptada a danzón y mambo. Los resultados fueron fabulosos. Cada vez que veo el video, sonrío; me hace recordar las simpáticas pifias en los ensayos y cuántas fueron las carcajadas”.
Por esos años, Augusto también compartió escena con íconos de la música como Joan Manuel Serrat, Sting o James Brown. Es, posiblemente, de los intérpretes cubanos más internacionalizados de las últimas décadas.
“Pero hay un momento, a veces tarde, en que comienzas a ver cómo tu salud sufre y se deteriora. Entonces te toca decidir si seguir, apartarte por un tiempo o retirarte”, reveló en aquella conversación.
Desde hace algunos años Augusto Enríquez reside en la ciudad canadiense de Halifax, capital de la provincia de Nueva Escocia. Allí cuenta con un estudio propio donde enseña canto y performance, y además, trabaja como profesor en el colegio universitario Nova Scotia Community College.
“Hasta ahora me va muy bien”, confesó. “Mi vida de artista termina cuando llego a la casa, al barrio, cuando atiendo mis obligaciones de padre, hijo, esposo, amigo”.