Cuando un cubano recibe la noticia de que ha sido aprobado para aplicar al “parole” significa evidentemente un motivo de alegría para el beneficiado y sus familiares.
Sin embargo, el hecho de dejar el país de origen y despedirse de los suyos también genera cierta ansiedad entre los que se van y quienes deben permanecer varados en un país en crisis.
Los cubanos no tienen otra alternativa viable por el momento que aplicar al “parole”. Desde que Biden anunciara el cierre de fronteras muchos vieron sus oportunidades truncadas y la búsqueda del llamado “patrocinador” comenzó a ser objeto de burlas y memes en redes sociales.
A raíz de que la Casa Blanca exigiera que una persona en Estados Unidos, familiar o no, se hiciera cargo del migrante, muchos cubanos comenzaron a abordar a cuanto primo lejano tuvieran en Estados Unidos para que les iniciaran el proceso cuanto antes.
Un joven ingeniero habanero llamado Marcos Marzo confesó a la agencia AP que en apenas dos días de haber aplicado fue aprobado para viajar.
Parole para cubanos
“Esta opción ha llegado como una luz”, aseguró. “Ha sido un proceso muy duro. Que en siete días te cambie la vida así, tan drásticamente, te llena de esperanzas, pero a la vez hace que uno se sienta fatal”, dijo el muchacho de 25 años que solamente llevó consigo una maleta con sus bienes más preciados y dejando detrás toda su vida para buscar nuevas oportunidades.
Otra mujer llamada Yudith Cardozo reconoce en entrevista con la agencia que prefiere esperar a que le otorguen el “parole” que haberse arriesgado a cruzar fronteras o lanzarse al mar.
“Es una oportunidad única, lo más preciado que existe es la vida y muchas personas estarían salvando su vida. Nicaragua es un riesgo total, México… Toda esa travesía es un riesgo total”, expresó.
Una buena parte de los cubanos que emigran gracias al nuevo programa suelen vender sus propiedades en la isla justo como lo hacían cuando volaban hasta Nicaragua para iniciar la travesía hasta las fronteras mexicanas por lo que son muy pocos los que llegan al país con las manos vacías. Algunos, incluso, se van de Cuba con miles de dólares en las manos o en cuentas en el exterior.