Eran diez personas en un bote que salió de Matanzas con destino a Estados Unidos el pasado 10 de diciembre. Julio Ibarra, oriundo de Sancti Spítirus fue el único balsero cubano, que sobrevivió a la travesía y vio morir poco a poco a todos lo que lo acompañaban. Así fue su desgarrador testimonio.
“Fue una situación muy dura, vi gente morir frente de mí, con pánico, deshidratados (…) Volver a ver a mis dos hijos era lo único que me mantenía a flote”, aseguró este joven cubano.
Ibarra también vio morir a su mejor amigo. “Yo vi al catamarán, pedí ayuda y el capitán se dio la espalda, yo le dije a mi amigo que flotara mientras buscaba ayuda, pero cuando volví no estaba”, añadió. Fueron momentos muy duros, que nunca olvidará.
“Se me perdió después de haber nadado con él casi 4 kms al hombro”, dijo sobre su amigo. También dijo que vio a otro morir de un ataque de pánico cuando se quedaron solos y perdidos en medio del océano.
La historia de un balsero cubano de estos tiempos
La inmigración ilegal por mar desde Cuba y Haití hacia Estados Unidos enfrenta nuevas medidas de control por parte del gobierno estadounidense. Según el Departamento de Seguridad Nacional, los migrantes que sean interceptados en el agua serán devueltos a sus países de origen o enviados a un tercer país.
Esto implica el fin de la política de “pies secos, pies mojados” que permitía a los cubanos quedarse en Estados Unidos si lograban llegar a tierra firme. Hace años que esto ya no existe, pero los guardias lo reiteran a cada tanto.
Además, se reactivaron los vuelos de repatriación a Cuba, que podrían aumentar su frecuencia, y se eliminó la opción de parole humanitario para los migrantes ilegales. La Guardia Costera recordó que la única forma legal de emigrar a Estados Unidos es mediante una visa o un permiso especial.
Estas medidas buscan desincentivar el riesgo de cruzar el mar en embarcaciones precarias y fomentar una migración ordenada y segura entre ambos países.