Las autoridades sanitarias de la isla alertan sobre un brote del virus conocido como “boca-mano-pie” que afecta fundamentalmente a los niños pequeños, aunque también puede notarse en adolescentes y adultos que se vinculen con una persona contagiada.
En estos momentos la zona más afectada por la epidemia es el municipio Manatí, en la provincia de Las Tunas.
“Por el grado de contagio de este virus, se realiza un llamado a intensificar las medidas de desinfección y aislamiento de los infectados”, dijo a la prensa local Yaima Pérez Chivás, especialista en Promoción y Educación para la Salud en ese territorio donde decidieron cerrar momentáneamente el círculo infantil Botoncitos de Rosa por la alta cifra de menores diagnosticados con la enfermedad.
En 2017 se produjo uno de los picos de contagio más significativos de esta epidemia en el país que se trasmite fundamentalmente en escuelas primarias y círculos infantiles.
Se trata de una enfermedad viral común, pero bastante contagiosa, que aparece con frecuencia en los meses de verano y comienzo del otoño. Este síndrome es provocado por un enterovirus llamado Coxsackie (A16 y enterovirus 71).
Virus “boca-mano-pie”
“Estamos frente a un padecimiento que afecta, sobre todo, a los infantes menores de 5 años de edad”, precisó la especialista.
“Es una enfermedad infecciosa que puede transmitirse por vía respiratoria, y a través del contacto directo e indirecto. Incluye síntomas similares a los de la influenza (gripe), llagas alrededor de la boca, sarpullido en las palmas de las manos y las plantas de los pies, que aparece con manchas planas, o ligeramente elevadas; a veces con ampollas que tienen un área enrojecida en la base”.
Además de las ampollas en la piel, los enterovirus pueden derivar hacia otras enfermedades comunes como la Herpangina y la Conjuntivitis Hemorrágica. El síndrome boca-mano-pie posee un periodo de incubación entre cuatro y seis días, y otras vías de trasmisión son la fecal-oral y a través de objetos contaminados.
Entre otros síntomas como la fiebre, puede llegar a provocar decaimiento, pérdida del apetito y el dolor de garganta tras la aparición de llagas dolorosas en la boca y en las mejillas y el mentón que posteriormente se convierten en aftas o úlceras.