Desde 1959, el Viernes Santo no era un día festivo en Cuba, a pesar de la fuerte presencia del catolicismo en la isla.
Sin embargo, la histórica visita del Papa Benedicto XVI en 2012 marcó un antes y un después, permitiendo que este día de profunda significación religiosa se celebrara oficialmente por primera vez.
En este nuevo contexto, las tradiciones del Viernes Santo en Cuba se van consolidando año tras año. En tiempos normales, la procesión del Viacrucis cobraba especial protagonismo.
Las calles de La Habana se convertían en un escenario de fe y recogimiento, con miles de personas acompañando la imagen de Cristo en su recorrido. Los niños, con antorchas en mano, añadían un toque de solemnidad a la procesión.
Otra novedad importante fue la retransmisión por la televisión nacional de la misa celebrada en la Catedral de La Habana. Esta iniciativa permite que miles de cubanos que no pueden asistir a la iglesia presencien este evento religioso de gran importancia.
Los sermones del Viernes Santo suelen hacer un llamado al perdón y la reconciliación, valores que son tan necesarios en el mundo actual.
VIERNES SANTO EN CUBA
La liturgia del Viernes Santo tiene lugar a media tarde y se caracteriza por su solemnidad. El sacerdote y el diácono visten ornamentos rojos en recuerdo de la sangre derramada por Cristo. La cruz se ofrece en modo de veneración a los fieles, quienes la contemplan en silencio y oración.
A través de catorce estaciones, se rememoran los pasos de Jesús camino a su muerte. En algunos lugares, también se meditan las Siete Palabras que pronunció desde la cruz. La abstención de realizar actividades mundanas y el ayuno de carne son prácticas comunes en este día, como signo de respeto y luto por la muerte de Cristo.
En Cuba, como en muchos otros países, las procesiones con la cruz en hombros son una forma popular de vivir el Viernes Santo. Estas tradiciones, que se transmiten de generación en generación, permiten a los creyentes expresar su fe y fortalecer su compromiso religioso.
En un país con un mosaico religioso tan diverso como Cuba, el Viernes Santo se convierte en un espacio de encuentro y respeto por las diferentes creencias. Cada persona, desde su propia fe, puede vivir este día con profunda devoción y recogimiento.