La Feria Arte en La Rampa, que antes fuera un espacio bastante popular para los habaneros, no escapa a la inflación que afecta a todos los sectores de la isla, incluyendo el arte y la cultura. Esta XXI edición de dicha feria de artesanía, que comenzó el pasado 22 de julio y que se mantendrá hasta el 4 de septiembre, ha sido sumamente criticada por el público capitalino que asistió al Pabellón Cuba de la céntrica avenida 23.
Un reciente reportaje del medio independiente Diario de Cuba arroja que en un recorrido simple por sus instalaciones puede notarse la poca variedad en los stands de ventas y los altos precios de los productos. Las más de cien personas que se hallaban en el lugar este fin de semana había asistido solamente “para mirar”.
Una habanera que recorría la zona de los calzados dijo al referido medio que hasta las confecciones más sencillas valían miles de pesos y que resulta imposible para cualquier trabajador con salario medio en el país permitirse alguna de estas producciones artesanales: “Y pensar que antes, con 1.000 pesos, uno se compraba hasta dos pares de sandalias como esas. Ahora es imposible para un trabajador. Pero bueno, para qué quejarse”, opinó la mujer.
Escandalosos precios en feria de artesanía
Otra joven vendedora identificada como Daniela explicó que, aunque trata de explicar a los clientes los beneficios de usar sus joyas de plata, muchos se retiran desanimados por el precio de una cadena o un anillo de este material. Los mismos oscilan entre 2.500 y 3.000 pesos.
“Yo siempre pensé que venir a esta edición no iba a ser rentable. Pero bueno, yo solo soy la dependienta. La plata está carísima y las piezas por encargo son las que están dando más resultado a los negocios privados. Es que casi ningún orfebre está trabajando”, explica la muchacha.
Además del costo elevado de las artesanías, tampoco existen ofertas gastronómicas asequibles en el Pabellón Cuba: en la parte trasera de la instalación venden termos de cerveza de tres litros a poco más de 500 pesos y apenas se encuentran dulces ni golosinas para los niños como ocurría años atrás.
“Aquí cada día se venden menos cosas”, confirma un trabajador del lugar a DDC. “Los cuentapropistas que trabajaban en temporada de feria no pudieron venir porque las materias primas están perdidas. El puesto de rositas, que era propio del recinto, tuvimos que cerrarlo porque el tema del aceite está como está. Hemos tenido café de manera intermitente y ahora el limón para las limonadas y los tragos se ha estabilizado un poco. En fin, no son los mismos tiempos”.
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