Aunque su uso original en Cuba y el resto de Iberoamérica está muy alejado de estas fechas, sin dudas son las Torrejas el dulce de Semana Santa.
Para sorpresa de muchos, las primeras veces que aparecen las “torrejas” en los recetarios de los colonizadores españoles fueron como alimento para que las embarazadas se recuperasen de dar a luz.
Un tiempo después, pasó a ser costumbre el servirlas acompañadas de vino en cualquier taberna de España y así llegó a la cocina cubana. Esto porque la torrija o torreja es un alimento de aprovechar restos. Lo que se tiene a mano. Algo humilde como el tiempo de Cuaresma dicta.
Además es de lo más completo, ya que para que estén realmente buenas, lo ideal es hacerlas con pan del día anterior. Por esta misma razón, se cree que pasaron a hacer las torrejas el dulce de Semana Santa.
Debido a que en los días en los que no se podía comer carne, la cantidad de pan que sobraba en las casas era mucho mayor. Esta fue una manera ideal de reutilizarlo y darle una nueva utilidad.
A la hora de elaborar las torrejas, existen muchísimas versiones de la receta según la parte de Iberoamérica en la que se encuentren. Se pueden hacer con pan del día anterior o con masa, incluir o no la cáscara de cítricos en el aceite, usar leche o vino. Pero el resultado final es que todas son deliciosas.
Pero la receta clásica cubana es la siguiente: Cortar el pan en rebanadas de 1.5 cm de grueso. Batir los huevos. Hervir la leche y mezclarla con el azúcar, la sal y el vino. Sumergir las rebanadas de pan en la leche mezclada. Espolvorear con la canela, rebosar con huevo batido. Freír en el aceite caliente, y escurrir. Verter el almíbar por encima y refrescar. Y después, a chuparse los dedos.