Hasta los “granizados” en Cuba se han convertido en un lujo 

Hasta los “granizados” en Cuba se han convertido en un lujo
Foto: Cubanos Todos/Facebook.
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Un vaso con hielo, agua, sirope o polvo de refresco ya cuesta en Cuba entre 30 y 50 pesos. Los granizados, conocidos en otras regiones del mundo como raspados por la forma en la que se preparan, eran de las bebidas más asequibles en las calles de la isla. 

Se hicieron muy populares durante el llamado “período especial”, cuando solían servirse en recipientes de cartón y valían entre 50 centavos y un peso.

Una nota publicada por el diario 14 y Medio revela que, en solo una década, el granizado ha multiplicado más de diez veces su valor convirtiéndose en una bebida inaccesible para sus más fieles compradores, los jubilados, los niños o las personas de bajos recursos que no pueden permitirse desembolsar 200 pesos por una gaseosa.

“El granizado cubano ha acompañado a la gente común en las duras y las maduras”, destaca la publicación. 

“Junto al cucurucho de maní, esta bebida azucarada fue el salvavidas durante las largas horas de esperar una guagua, en los amaneceres sin desayuno y hasta en las improvisadas tertulias en el malecón habanero, cuando ni siquiera se tenía dinero para un poco de ron”.

Hasta los “granizados” en Cuba se han convertido en un lujo 

De acuerdo con varios vendedores de granizado entrevistados por el medio factores como el costo del hielo y las demás materias primas han contribuido al aumento de su precio. 

“A mí nadie me vende nada barato” aseguró un cuentapropista entrevistado por 14 y Medio. “Cada mañana tengo que levantarme bien temprano y pagar la libra de hielo a lo que esté en la calle ese día”. 

Según advierten la mayoría de los vendedores de granizado, una bolsa de entre 6 y 7 libras no baja de los 80 pesos sumado a otros costos adicionales como el sitio para resguardar el carro de ventas o los impuestos establecidos por el gobierno a estos negociantes

 “Guardar el carrito en un parqueo seguro cada vez me cuesta más, y después las multas que a veces me ponen, porque estoy en una esquina en la que no puedo estar o algún inspector atravesado me quiere sacar dinero. Todo eso suma y suma”, concluye el vendedor. 

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