Los cubanos Mario y Michael creyeron en algún momento que iban a morir a manos de los guardias de Bielorrusia que los capturaron. Los dos jóvenes habían salido de Cuba hacia Moscú con la pretensión de volar hasta España, pero la travesía no transcurrió como esperaban.
“Tratando de llegar a Polonia, el 16 de enero, los guardias bielorrusos nos capturaron y nos llevaron a un lugar desierto”, contó a Cubanet Mario Alberto Céspedes Pérez uno de los migrantes. Sus captores les quitaron todas sus pertenencias y hasta los obligaron a arrodillarse para luego colocarles una bota en la cabeza, “como enterrándolos”, describieron.
Sin embargo, la tragedia aún estaba por comenzar: ‘Nos van a matar’. A mí se me salió una lágrima, pensé que era el fin”, narró Mario. Durante casi una semana los dos cubanos vagaron hambrientos y sedientos por toda la frontera de Bielorrusia con la intención de traspasar Polonia y pisar la Unión Europea.
“Después de pasar la primera cerca entre Bielorrusia y Polonia, llegamos a tierra de nadie; ahí nos sentamos a descansar porque estábamos agotados y también porque suponíamos que, si ya habíamos dejado atrás Bielorrusia, sus soldados no iban a perseguirnos”, prosiguió el joven en su desgarrador testimonio.
Más adelante, fueron nuevamente “cazados con perros” por los oficiales, que los condujeron a las cercanías del territorio polaco junto a un grupo de sirios en una furgoneta. Según contaron, los dejaron tirados en medio del clima hostil de una zona boscosa de Lituania plagada de animales salvajes y obligándolos a atravesar un río helado de noche.
“Ahí empezó otro ataque de patadas y piñazos. Nos ordenaron que cruzáramos el río por nuestras vidas, pero ¿cómo nadas en aguas congeladas que acuchillan la piel? Era un suicidio avanzar en aquel río. Además, entrar por Lituania solo nos alejaba más de España, que era nuestro objetivo”.
Cubanos sufren perdidos en Bielorrusia
Por temor a sus vidas, ambos cubanos decidieron fugarse y moverse por el bosque para no ser hallados por los guardias. Con un porcentaje de carga muy bajo en su celular, Mario decidió que era el momento de pedir auxilio y recurrió a las redes sociales para hacer visible su caso desde la altura de un pino, para lograr alcanzar la señal telefónica.
“Escribí en Facebook mi testamento para que supieran dónde hallarnos si moríamos, y para que mi familia tuviese claro que lo intenté hasta el último momento. Yo salí de Cuba por ellos, para que pudiesen vivir como personas”, agrega el entrevistado, que notó en un momento cómo la piel de su amigo se iba tornando de color violáceo debido a la hipotermia.
Gracias a varias llamadas de emergencias, lograron ser trasladados a la terminal de trenes de Grodno, aunque aseguraron no haber recibido las mejores atenciones por parte de los bielorrusos que los “trataron como bestias” y los obligaron a “caminar a una velocidad que no podíamos porque no nos daban las fuerzas”.
Hasta el momento, ambos cubanos se encuentran en Moscú en casa de unas amistades que los acogieron, aunque no han podido pagarse la atención médica que requieren tras la afectación derivada de la trágica travesía.