Aunque pudiera parecer un artículo muy simple y de uso cotidiano, las cajas de fósforos en Cuba prácticamente han llegado a ser privativas. No todas las familias pueden permitirse un encendedor o fosforera para prender sus fogones, ya que, además de que son bastante caras, el gas de rellenado encarece su tiempo útil.
En un comentario titulado “Fosforitos” una periodista guantanamera llamada Haydee León Moya denunció en el medio “Venceremos” la escasez de cerillas en el país, sus altos costos en el mercado informal y la mala calidad del producto de acuerdo a su propia experiencia.
La testimoniante comenzó diciendo que le habían “sonado un apagón de casi 40 libras, sin previo aviso y justo a la hora que, dicen, mataron a Lola: 3 de la tarde”. Cuando se disponía a hacer café en su hornilla de carbón, “a la antigua” la periodista se percató de que no contaba con ningún fósforo para prender la mecha.
“En ese punto del no proceso de colar café, me hice dos preguntas clásicas del periodismo: ¿Dónde y con Quién?, fueron las primeras. ¿Cuánto dinero debo llevar?, fue la otra interrogante que me hice a mí misma”, narra el texto del semanario oficialista.
La sorpresa para la reportera fue mayor cuando supo que un particular le pedía por una caja de fósforos nada más y nada menos que cincuenta pesos. Sin embargo, precisó que antes había comprado unos “de afuera” que salían mucho mejor que los producidos en Cuba.
Fósforos cubanos
Aquellos, los “importados” por mulas, “prendían de maravilla. Con ninguno me quemé los dedos, ni uno solo me abrió un hueco en un pijama, ni me quemó un muslo, ni el dedo gordo del pie derecho… porque no los compré en mi bodega”.
Sin embargo, los fósforos nacionales adquiridos para colmo de reventa venían en una “pobre cajita hinchada” y nueve de ellos jamás prendieron. “Bueno sí, uno largó la cabeza prendida y le abrió un hueco a las zapatillas que calzaba. Lindos zapaticos míos que bien caro me costaron en el revolico guantanamero”, lamentó.
Finalmente, la periodista utilizó el humor para denunciar la mala calidad de este producto fabricado en Cuba: “No parecían fósforos. Cinco eran gemelos unidos por una cabezota del material que les da nombre. Tampoco parecían fósforos, se veían horribles. Y tres eran enanos y raros. También estaban lejos de parecer fósforos”.