Luego del encuentro de semifinales del Clásico Mundial de Béisbol 2023 entre Cuba y Estados Unidos en Miami, el personal de seguridad del loanDepot Park, casa de los Marlins, se ha ganado enemigos en la ciudad y en la isla situada a 90 millas.
El gobierno cubano, a través del Minrex, ha dado muestras de su insatisfacción con lo sucedido en el estadio, alegando que Miami “no tiene condiciones para ser sede de ningún evento internacional”.
Recientemente, el senador estadounidense Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, envió una carta a Bruce Sherman, presidente y propietario mayoritario de los Miami Marlins, expresando su preocupación por los incidentes.
En la misiva, considera que muchos cubanoamericanos “fueron víctimas de acoso y censura por parte del personal de seguridad del loanDepot Park” y recuerda que este estadio “fue construido y actualmente es mantenido, en gran parte, con dinero de los contribuyentes”.
A continuación, la carta enviada por Marcos Rubio:
Previo al partido de semifinales del Clásico Mundial de Béisbol entre EE.UU. y Cuba, los Marlins de Miami aseguraron que no se tolerarían restricciones a la libertad de expresión que exigía la Federación Cubana de Béisbol. Sin embargo, su franquicia no cumplió dicho compromiso.
Cuando se abrieron las puertas del estadio, su personal de seguridad le negó la entrada a los invitados que tenían entradas y vestían camisetas con mensajes en apoyo a la libertad de Cuba y/o en contra del régimen, alegando que no se permitirían “mensajes políticos”.
Después de la indignación pública generalizada en las redes sociales, la seguridad del estadio cedió y comenzó a permitir la entrada de los invitados, afirmando que se debió a una falta de comunicación. Pero ese no fue el fin de la situación.
El personal de seguridad contratado, que opera bajo la supervisión directa y la supervisión personal de algunos de los ejecutivos de más alto rango de su franquicia, se enfocaron específicamente en los espectadores que eran visibles en la transmisión de televisión, especialmente aquellos sentados detrás de la base del bateador.
Entre otras cosas, intentaron expulsar a la hija de un activista asesinado por el régimen castrista por el simple hecho de sostener un cartel a favor de la democracia. Asimismo, su personal de seguridad se sentó junto a los espectadores en las dos primeras filas y los hostigó durante toda la noche por las camisetas anti-régimen cubano que vestían y los carteles pro-libertad que tenían en sus manos, claramente visible para la audiencia mundial.
Los altos directivos de su franquicia estaban señalando a espectadores específicos. Inexcusablemente, su personal de seguridad empleó tácticas que uno esperaría en Cuba, no en los EE.UU.
Estas acciones atroces ocurrieron en una ciudad donde un porcentaje sustancial de su base de fanáticos no solo son víctimas de la tiranía que su franquicia buscaba apaciguar, sino también donde los mismos contribuyentes fueron los que financiaron el estadio en el que juega su equipo.
Después de disfrutar su estadía en un hotel de cinco estrellas, la Federación Cubana de Béisbol regresó a la isla esclavizada de Cuba (menos un valiente desertor). Sin embargo, la comunidad que su franquicia trató con tanta falta de respeto todavía está aquí y no se olvidará pronto de lo ocurrido.
Atentamente,
Marcos Rubio
Senador de los Estados Unidos