Esta es una historia real y trágica que le ocurrió a un grupo de amigos cubanos que estaban disfrutando de un partido de fútbol en una tarde de verano.
El lugar donde jugaban era una explanada al aire libre en el municipio Santa Cruz del Sur, en Camagüey, una localidad que ya había sufrido los estragos de una tormenta devastadora en 1932, que arrasó con todo y dejó miles de muertos.
Era el 27 de junio de 2022 y los ocho jóvenes habían decidido pasar un rato divertido jugando al balompié, sin imaginar que el cielo se les iba a caer encima. De repente, se formó una nube negra y empezaron a escucharse truenos y relámpagos. Los muchachos decidieron parar el juego y volver a sus casas, pero ya era demasiado tarde. Un rayo cayó sobre ellos con una fuerza brutal y los dejó tendidos en el suelo.
Uno de ellos, Roberto Roca, de 23 años, contó lo que sintió en ese momento: “Fue como si me hubieran dado un golpe eléctrico que me hizo caer de rodillas. Por unos segundos no vi nada, solo blanco. Estaba confundido y asustado”. Cuando recuperó la vista, vio una escena dantesca: tres de sus amigos estaban inconscientes, con la boca llena de sangre y sin signos vitales.
Roberto no sabía qué hacer. Uno de sus compañeros echó tierra sobre los cuerpos inertes, esperando que eso los ayudara a reaccionar. Pero uno de ellos, Diover Cardoso, el cuñado de Roberto, no se movía ni respiraba. Tenía solo 17 años.
“Lo llamaba y no me respondía. Los otros dos ya se habían despertado, pero él seguía igual. Me entró el pánico y pedí ayuda. Alguien dijo que estaba muerto y yo no lo podía creer. Llamé a mi esposa, que es su hermana, para que mandara una ambulancia”, relató Roberto.
Los médicos llegaron a tiempo y lograron reanimar a Diover, pero su estado era crítico. Lo llevaron al hospital y lo operaron de urgencia cerca del corazón. Lamentablemente, unos días más tarde, falleció.