¿Tendrá cara? Funcionaria cubana asegura que “hoteles son para el pueblo”

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La funcionaria del gobierno cubano Johana Tablada, en reunión con cientos de norteamericanos, llegó a decir y asegurar ante ellos que los hoteles en Cuba eran “para el pueblo”. ¿Tendrán cara? Así respondieron los del pueblo cubano de verdad.

En un reciente encuentro con jóvenes estadounidenses que visitaron la isla, Johana Tablada, subdirectora general de la Dirección de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX), aseguró que los hoteles en Cuba pertenecen al pueblo y que el dinero que se gasta en ellos se destina a los servicios públicos, la salud y la educación.

Esta declaración, que fue difundida por el portal CubaNet y otros medios de comunicación, ha generado polémica y críticas por parte de quienes consideran que se trata de una falsedad o una manipulación.

¿Qué hay de cierto en lo que dijo Tablada? ¿Es el pueblo cubano el dueño de los hoteles o son propiedad del Estado o de empresas mixtas con capital extranjero? ¿A dónde va el dinero que se recauda por el turismo en la isla?

¿Hoteles para el pueblo cubano?

El turismo no siempre fue una prioridad para el gobierno cubano. Durante las primeras décadas de la revolución, el país se enfocó en la producción agrícola e industrial, apoyado por el subsidio y el comercio preferencial con la Unión Soviética y el campo socialista.

Sin embargo, con la caída del bloque comunista a finales de los años 80 y el inicio del llamado “período especial” en los 90, Cuba entró en una profunda crisis económica y social que lo obligó a buscar nuevas fuentes de ingresos y divisas.

Fue entonces cuando el turismo se convirtió en una alternativa estratégica para sobrevivir al aislamiento y al embargo impuesto por Estados Unidos. El gobierno cubano abrió las puertas a la inversión extranjera, especialmente europea y canadiense, para construir y administrar hoteles y otros servicios turísticos.

Así surgieron las empresas mixtas o joint ventures entre el Estado cubano y las cadenas hoteleras internacionales, que se repartían los beneficios según el porcentaje de participación accionaria. El Estado cubano también creó sus propias empresas hoteleras estatales, como Gran Caribe, Cubanacán o Gaviota, que operan bajo el control del Ministerio del Turismo (MINTUR) o del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR).

Según datos oficiales, Cuba cuenta actualmente con más de 70 mil habitaciones hoteleras, de las cuales más del 60% están administradas por empresas mixtas o extranjeras. El país recibe cada año unos cuatro millones de visitantes internacionales, que generan ingresos superiores a los 3 mil millones de dólares.

El turismo como fuente de desigualdad

A pesar de su importancia para la economía nacional, el turismo también ha traído consigo una serie de problemas y contradicciones sociales. Uno de ellos es la desigualdad entre los cubanos que trabajan o tienen acceso al sector turístico y los que no. Los primeros pueden recibir propinas o remesas en divisas que les permiten acceder a bienes y servicios que están fuera del alcance de la mayoría de la población.

Los segundos deben conformarse con los bajos salarios en pesos cubanos (CUP) y con las limitaciones y carencias del mercado estatal. Esta brecha se ha acentuado con la dualidad monetaria y cambiaria que existe en Cuba desde hace más de dos décadas.

Otro problema es la discriminación que sufren los cubanos residentes en la isla respecto a los extranjeros o los emigrados. Durante muchos años, los cubanos no pudieron hospedarse en los hoteles ni acceder a las instalaciones turísticas, reservadas exclusivamente para los visitantes foráneos. Esta prohibición fue levantada en 2008 por Raúl Castro. Entonces, ¿qué hoteles para el pueblo de qué?

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