La exatleta cubana Marisleisys Duarthe Morell, campeona mundial juvenil de jabalina, recurrió a un post de Facebook para denunciar la terrible situación que padece y la poca ayuda que recibe por parte del gobierno y las autoridades del deporte en la isla.
“Aquí está Marisleysis Duharte Morell, quien era una persona sana, alegre y llena de vida hasta que comencé mi vida deportiva”, comenzó diciendo la joven de 22 años residente en Santiago de Cuba.
La exdeportista padece de una enfermedad reumática crónica y autoinmune y que, aunque ha solicitado apoyo por parte del estado, no ha recibido respuesta alguna para aliviar sus precarias condiciones de vida.
“No tengo ayuda por ninguna parte de las personas que yo esperaba ni de la institución en la que me encontraba, en nuestro país se habla de derechos humanos, pero en estos momentos no sé dónde están”, agregó.
Esta deportista estableció un récord de 62,92 metros en el Campeonato Mundial Juvenil de Nairobi en 2017. Debió retirarse debido a su deteriorado estado de salud a causa de la esclerodermia, que ataca los músculos y la piel, y para la que no se ha encontrado cura hasta el momento.
Exatleta cubana
“Yo no puedo caminar, apenas me puedo desplazar de un lugar a otro y la ayuda económica que recibo y que antes era de 1,088 pesos cubanos, ahora me la dejaron sin más acá ni más allá en 808, sin explicación alguna, que no me alcanza ni para alimentos ni medicamentos”, escribió Duharte que reclamó su derecho a un mejor trato por parte del Instituto Nacional de Deporte en la isla.
Más adelante agregó que no solicita la ayuda por lo que haya aportado, o por haber sido campeona mundial o buena deportista, “sino por todos los avances que han hecho en nuestro país y que no llegan donde estoy como persona ‘vulnerable’ y que según nuestro gobierno son a la que más se están ayudando”.
En el propio post, la exatleta invitó a quienes leyeran su denuncia que la visitaran para que pudieran comprobar la situación en que vive y argumentó que, al no recibir un estipendio apropiado, tenga que “recoger migajas que otros dejen por el simple hecho de estar sentada sin poder valerme de sí misma y nadie se preocupe por saber en qué condición me encuentro o si sigo viva o si dejé de existir”.
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